UN NUEVO COMIENZO
Este fin de semana comenzamos el Adviento. Una nueva
oportunidad que nos da la liturgia para comenzar de nuevo nuestro camino junto
al Señor. Cada año, el primer domingo de Adviento, la liturgia cambia de ciclo
y, por lo tanto, de evangelista. Acabamos de dejar el ciclo C cogidos de la
mano del evangelista San Lucas. Este domingo iniciamos el ciclo A y, por ende,
la visión de san Mateo, de origen judío, que nos presentará a Jesús como el que
perfeccionó la ley judía llevándola a la plenitud.
No sólo cambiamos de evangelista sino que la liturgia de
estos días cambia sensiblemente. Nuevos elementos en la liturgia de estas
próximas semanas que nos pueden ayudar a exteriorizar ese cambio interior que
debería ocurrir. Cambios como el color de las vestiduras del sacerdote
(retomamos el morado como signo de conversión), dejamos de rezar el Gloria en
la Misa Dominical a la espera de poder hacerlo de nuevo en la Misa del gallo,
sobriedad en los cantos de la Eucaristía o la progresión en el encendido de
nuestras coronas de Adviento que nos va anunciando la proximidad de la Navidad.
Para la liturgia, este fin de semana, es el año nuevo. Un día que
todos aprovechamos para marcarnos objetivos de cara al próximo año que vamos a
comenzar con el fin de cambiar aquello que no nos gusta. En el plano de la fe
podríamos hacer lo mismo. Ciclo nuevo, fe renovada. ¿Qué puedo hacer para
conocer mejor a Cristo? ¿Qué puedo hacer para no tener una fe viciada? ¿Cómo
puede volver a ser novedad el mensaje del Evangelio que tantas veces he escuchado?
Son preguntas que provocan en nosotros un cambio de actitud
o de costumbres en nuestras devociones particulares que pueden venirnos muy
bien para no caer en la rutina. Los cambios son buenos porque nos permiten
hacer un poco de revisión de las cosas para mantenerlas o mejorarlas. Son
buenos porque nos permiten “tirar” cosas que ya no nos son útiles u ordenar las
cosas que hemos ido amontonando.
Este Adviento podríamos plantearlo como un cambio personal
cada uno de nosotros. Con pequeños gestos que nos ayudaran en nuestra vida de
fe. Desde leer todos los días unos versículos de la Biblia, pasando por unos
minutos más de oración personal o acudir, además del domingo, otro día a Misa
entre semana.
Que este tiempo de esperanza que iniciamos en toda la
Iglesia llene nuestros corazones de vida. Que si adornamos nuestras casas
preparando la Navidad, adornemos nuestra vida a la luz de Cristo. Que nuestro
Belén no sea únicamente de figuritas sino que creemos también un pesebre en
nuestras vidas para que nazca Cristo. Que los anuncios de colonias (que tan
pesados se ponen estos días) no sean lo único que haga buen olor en nuestra
vida.
Que este sea un Adviento de conversión, de alegría y de
esperanza para nosotros y, también, para nuestras parroquias y para todos los
que nos rodean.
¡FELIZ ADVIENTO A TODOS!
Vuestro párroco