viernes, 22 de septiembre de 2017

Ciudad de ángeles

Esta semana que vamos a empezar celebramos a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael y, tengo que reconocer, que tengo bastante olvidado este tema. Sin embargo, charlando con una persona hace poco, le escuchaba decir que para él su padre, ya en la Gloria de Dios, era un ángel que siempre estaba velando por su familia.

No os voy a contar la conversación que mantuve, sólo notar la paz, tranquilidad y sosiego que esta persona irradiaba al hablar su particular ángel de la guarda. No pude evitar recordar esa oración que nos enseñaban de pequeño (y que desgraciadamente parece estar cayendo en el olvido) que rezaba por las noches antes de dormir: “Ángel de la Guarda, dulce compañía. No me desampares ni de noche, ni de día. No me dejes solo que si no me perdería.”

Los ángeles son seres espirituales creados por Dios. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad. Como son seres espirituales no pueden ser vistos; sin embargo, en la Biblia encontramos ejemplos, como en los profetas Daniel y Zacarías, donde, por intervención de Dios, han podido ser vistos entre gran asombro y respeto.

Cada uno de nosotros tenemos nuestro ángel. Siempre he creído que tengo cuatro: mis abuelos; encargados de velar por mi y de rodearme del amor de Dios. Tengo dos más que todavía no se han ganado las alas…pero que el Señor no tenga prisa en dárselas que todavía me hacen falta aquí.

A lo largo de nuestra vida nos encontramos con personas cuyo trato hacia nosotros o su manera de hacer las cosas, las consideramos como ángeles o regalos de Dios. Será porque nos recuerdan el amor que Dios nos tiene o porque, simplemente, encontramos paz estando a su lado.

Sea lo que sea, lo cierto es que Dios, en su divina misericordia, envía mensajeros de su voluntad y amor todos los días hacia nosotros. No harán ruido, no vendrán entre nubes y relámpagos,…pienso que su presencia será algo tan sutil como una brisa suave. Tienen algo importante que darnos, algo que es más importante que ellos mismos: la presencia, cercanía y cuidado de Dios en nuestra vida. Por eso, para que no olvidemos esto por culpa de nuestro asombro, no se dejan ver…o si…

Vuestro párroco

No hay comentarios:

Publicar un comentario