viernes, 15 de septiembre de 2017

MIM-ANDO
El diccionario de la Real Academia Española define la mímica como la “expresión de pensamientos, sentimientos o acciones por medio de gestos y movimientos corporales”. En esta semana que nuestro pueblo se llena de artistas de la mímica de todo el mundo, no podía dejar pasar la ocasión para ir un poco más allá.

Durante estos días nuestras calles se llenarán de espectáculos que nos invitarán a reír, a reflexionar, a llorar, a asombrarnos y (espero y deseo) a sentir muchos más sentimientos. Cierto que habrán cosas que nos gusten más o que nos gusten menos, pero creo que no podemos perdernos esta dosis de cultura que se nos pone delante.

Sin embargo, yendo un poco más allá y poniendo los pies en el suelo, lo que vamos a ver estos días en Sueca no dejan de ser obras teatrales que nos van a querer contar historias. Ahondando un poco más, hay otra definición de la RAE que me ha llamado la atención. Buscando la definición de mimo (refiriéndome al artista que realiza este tipo de actuaciones) me he encontrado cuatro acepciones que no tienen nada que ver con lo que buscaba a priori. Me quedo con dos: “Cariño halago o demostración de ternura” y “Cuidado, delicadeza con que se hace algo”.

Personalmente, no me puedo quejar de las demostraciones de mimo que recibo: un abrazo, un beso, una mirada que habla, unos buenos días o buenas tardes o buenas noches, o largas conversaciones en las que no se dice nada pero que se expresa todo. Por todas ellas me siento inmensamente agradecido…

Lo que si me puedo quejar es de la falta de mimo que puedo llegar a conceder a los que me rodean. Tal vez por despiste, por dejadez o por miedo a cansar o molestar a las otras personas. Esa es una de mis tareas pendientes.

No obstante, creo que todos necesitamos de buenas dosis de mimo; y, una de las formas de mimar,  nos la propone esta semana la liturgia dominical: el perdón. Ya hablaremos de esto este fin de semana en las Misas. Sólo espero que también esta demostración continua de ternura del Señor hacia nosotros, nos haga reflexionar sobre si, ya que nos gusta tanto recibir el mimo del perdón, somos capaces de mimar al otro de la misma forma. Ahí queda la cosa.

Vuestro  párroco

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