En busca del director perdido
A principio de curso comencé
una ronda de conversaciones con los profesores del Colegio de Nuestra Señora de
Fátima. Sólo pude hablar con unos pocos ya que, al poco de empezar, comencé a
caminar hacia Cristo con nuevos feligreses y una nueva parroquia como ya sabéis
todos.
Al volver de Pascua me he
vuelto a poner manos a la obra porque el tiempo apremia y es necesario buscar a
una persona que pueda ocupar el cargo que, desde hace muchos años, ostenta D.
Modesto. Tanto él, como Da. Amparo Vendrell, maestra de muchos de los hijos e
incluso nietos de los que leen este semanario, gozarán del merecido descanso
que conlleva la jubilación. Bueno, la verdad es que Amparo ya lo está haciendo
y, aunque sabemos que nos echa de menos, es muy feliz.
En esta ronda de
conversaciones pido el parecer de los maestros y profesores sobre posibles
candidatos al cargo de director y lo primero que me dicen que es muy difícil
poder decir un nombre. ¡Que me lo digan a mí! No, no es nada fácil. La elección
no sólo parte de la razón sino que pongo los nombres de los posibles candidatos
en las manos de Dios para que me ayude a elegir. Y ya de paso, os pido que
recéis para que sepa escuchar su voz…
Y es que esto de elegir…es
complicado. ¿Qué hacer? ¿Qué camino escoger? ¿Qué…? Todos los días la vida nos
presenta diferentes opciones y nosotros debemos escoger. Algunas de estas
opciones son triviales y no cambiará mucho nuestra vida en ninguna de las
opciones que escojamos. Sin embargo, hay otras que nos exigen más meditación.
Todos hemos tenido situaciones
de este estilo. Tener que decidir sobre cosas que, si bien no van a cambiar
radicalmente nuestra vida (algunas decisiones sí que lo hacen), puede que la
modifiquen.
Esta semana se nos invita a
elegir. ¿Qué voz deseo seguir? Se nos presenta la figura de Jesús como Buen
Pastor. Un Pastor que nos llama por nuestro nombre y que nos llama a estar con
Él, a ser como Él y a vivir como Él.
Ante esta llamada podemos
tenemos dos opciones. La primera es quedarse quieto, escuchar la voz sí, pero
no hacer nada más. La segunda es ponerse en pie y seguir la dirección de la voz
y, por lo tanto, la dirección del Buen Pastor. La elección que
escojamos…cambiará nuestras vidas.
Vuestro párroco
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