Pretexto o motivo
No es nuevo el hecho de que
esto de ser cristiano no es nada popular. Sólo hay que ver el caso que nos han
hecho, durante la Semana Santa, los medios de comunicación (más allá de las
procesiones y las películas típicas de estos días) o nuestros dirigentes que ni
siquiera han podido felicitar con un “tuit”
o un mensaje corto en alguna red social a una mayoría cristiana bastante
amplia en nuestra sociedad española. No lo digo porque necesito de su
aprobación, pero sí que necesito que se me tengan en cuenta dentro de la
sociedad.
Los motivos de todo este
desprecio pueden ser muchos. De primeras se me ocurren dos: que el mundo está
demasiado ocupado en mirarse el ombligo o porque los que nos decimos ser
cristianos no vivimos como si lo fuéramos.
Observando estos días por la
televisión el movimiento masivo del personal por toda la geografía española (y
de más allá) celebrando la Semana Santa, la cantidad ingente de personas
mirando las procesiones en ciertos lugares de nuestro país y las playas y
hoteles repletos de gente durante estas semanas, me viene una pregunta: ¿Qué es
Cristo para el mundo, un pretexto o un motivo?
Tal vez así, a bote pronto, la
pregunta no se entienda pero, quizá, con otra pregunta sí. De todas las
personas que han participado, activa o pasivamente, estos días de las fiestas
más importantes para el cristianismo o han marchado de vacaciones porque era
Pascua, ¿cuántos verdaderamente viven su fe?
Desgraciadamente, creo que se
ha convertido la Semana Santa en un pretexto
para salir de viaje y no en un motivo
de celebración cristiana. Lo mismo ocurre con la Pascua; sobre todo aquí en
Valencia donde las vacaciones se pueden alargar hasta la solemnidad de San
Vicente.
Se aboga por una sociedad
laica, donde la religión no es que no pueda mandar (que no lo hace) sino que no
haya ni rastro de ella. Ateísmo rancio que me decía una persona estos días en
una conversación en la parroquia. Sin embargo, nos aprovechamos de nuestra
inevitable identidad cristiana cuando nos conviene sin siquiera fijarse un poco
en lo que se celebra en todo el mundo.
Posiblemente todo esto sea una
pataleta pero me niego a pensarlo. Necesitamos ser creíbles en nuestra fe, no
sólo con la palabra sino con las obras que las pueda acompañar. Puede que no
nos tomen más enserio pero dejarán de tener motivos para no hacerlo. Que el
Señor, en su inmensa Misericordia, nos ayude durante esta Pascua.
Vuestro párroco
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