Pequeños
Guiños de Dios
Con los últimos coletazos de
la Novena a nuestra patrona, vamos culminando estas fiestas en honor a la
Virgen de Sales. Este fin de semana, sin embargo, el protagonista es el arroz,
fruto de nuestra tierra protegida por el manto de nuestra Madre.
Por esa protección (que hemos
vivido muy intensamente estos días de “gota fría”), nosotros le ofrecemos este
sábado los frutos de la siega de este año pidiéndole que toda la cosecha sea
beneficiosa. Que ella interceda por nosotros para sea abundante.
Durante estos días el convento
está repleto de personas que se acercan para honrar a nuestra madre. Para mi ha
sido todo un descubrimiento y un gozo ver esa fe y ese amor que los suecanos y
suecanas le profesan sin temor. Si bien es cierto que no son mis primeras
fiestas, si que lo han sido como administrador de la parroquia y, os puedo
decir, que he disfrutado (y aun estoy haciéndolo) como un niño.
Pero el mérito de estas
estupendas fiestas no es, ni por un ápice, mío. De hecho, sólo me considero la
cabeza visible de todas las personas que han colaborado para que el convento
estuviera preparado para acoger a todo el pueblo de Sueca.
Permitidme que agradezca la
labor escondida y silenciosa de las personas que han limpiado la parroquia y
los ornamentos que hemos utilizado durante las fiestas. Detalles que son muy
poco perceptibles cuando se hacen pero que notamos enseguida cuando hay
dejadez.
Agradecer también la labor de
las personas que se encargan de la sacristía y de ayudar en el altar. Tenerlo
todo preparado para cuando llegara a la parroquia, saber que si no estás hay
alguien que está al tanto de que todo vaya sobre ruedas y, para mí lo más
importante, poder celebrar la Eucaristía sin estar pendiente del incienso, o
del agua, o de cualquier cosa que se utilice. Gracias por ayudarme a estar
centrado en lo que es esencial: la presencia de Cristo en la Misa y la
protección de la Virgen de Sales.
De un modo especial, agradecer
también la inmensa labor de la Real Asociación. Sin ellos, la preparación de
estas fiestas sería muchísimo más complicado: todo lo relativo a la procesión
(pedir los permisos, seguros y orden de salida de los diferentes grupos que en
ella asistían), organización de lectores y recolectores, tener preparadas las
lecturas, las peticiones y ofrendas,…y muchas más cosas que ellos realizan por
un inmenso amor a nuestra patrona.
Gracias también a nuestro
ayuntamiento. Si bien es cierto que, como decía Raquel Tamarit en las redes
sociales, tomar decisiones no siempre es fácil, la amenaza de la lluvia hizo
que se suspendieran algunas cosas los días 7 y 8 que, aunque a veces no
entendamos el por qué, se hacen por seguridad de la ciudadanía. Aun así, se
aventuraron en realizar un mini castillo de fuegos artificiales cuando nuestra
Patrona entraba al convento. Sólo faltaba el olor a pólvora para que el día
fuera redondo y lo tuvimos. Al final, todos hicimos fiesta… Ah! Y agradecer
también su presencia en la procesión criticada por algunos alegando que vivimos
en un estado aconfesional. No hay que olvidar que son los máximos
representantes de toda Sueca, creyentes o no, y, por lo tanto, se hacen
presentes en los momentos más importantes tanto para unos como para
otros…aunque a algunos les pese…
Nuestra Madre quería visitar
las calles de su pueblo. Pudimos salir en procesión justitos pues, nada más
entrar la imagen de nuestra patrona por la puerta del convento, comenzó a
llover un poco…¡Qué casualidad! Dijeron algunos. Para mi fue el manto de la
Virgen que nos protegió y respetó hasta que volvió a su casa. Un pequeño guiño
de Dios de la mano de María. Uno de tantos de los que continuamente el Señor
nos da.
Vuestro párroco
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