sábado, 3 de noviembre de 2018


Otras realidades
Que la gente está dejando de creer es una realidad. No es una novedad que digamos. Muchos de nosotros lo hemos comprobado en los círculos en los que nos movemos: familia, amistades, vecinos,… muchos de ellos no comparten la fe que profesamos. Y ya no hablo de ir a Misa.

Hay que ser sinceros, mucha de la culpa de esa increencia la hemos tenido los mismos cristianos. Más aun, los mismos sacerdotes. No porque uno sea más permisivo que otro (¿¡CÓMO!?)  o que uno me exija más y el otro nada (¿¡QUÉ ME DICES!?) o que uno nombre más a los difuntos que otro (¡¡VENGA, VA!!)…esto que acabo de decir sólo lo pueden decir quienes hacen uso de las parroquias pero no viven en ellas su fe.

En realidad las causas que hemos podido provocar han surgido a raíz del abuso de poder, de la falta de acogida, del fijarse más en las realidades materiales que en las espirituales, y un largo etcétera pasando por todos los casos de pedofilia, corrupción y más atrocidades que han debilitado la fe de muchos fieles (incluso de un servidor que escribe) a pesar de saber que lo importante en la Iglesia es el Señor y no quien esté al frente de ella. Pero el ser humano es débil y la desbandada generacional que sufrimos en las parroquias la veo lógica y, hasta cierto punto, casi necesaria.

Esto último puede parecer extraño pero creo firmemente que una “limpieza y purificación” no nos viene nada mal y, el hecho de rompernos las sienes para ver de qué forma podemos mostrar el mensaje de Cristo de forma pura y cristalina, está haciendo que nos meneemos más, tanto los sacerdotes como los laicos, buscando formas atractivas y directas para tal cometido. ¡Estamos en ello!

Todo este preámbulo viene a raíz de lo que hemos estado celebrando esta semana. Desde el balcón de mi casa o mientras paseaba al guardián peludo de mi hogar no he dejado de ver pasar gente con ramos en las manos dirigiéndose hacia el cementerio.

Me preguntaba si toda la gente que veía llenaría nuestras parroquias o si sólo lo hacían por tradición. Pero he llegado a la conclusión de que, en el interior de todos (vayan a Misa o no), está la esperanza en que las personas que recordamos en el cementerio sobretodo estos días, viven. Nosotros lo llamaremos cielo y otros pueden pensar en misticismos u otras realidades. Sin embargo, el denominador común es que están vivas.

Por lo tanto, no creo que la gente haya dejado de creer pero sí que hemos dado motivos para dejar de hacerlo; así, que he pedido la intercesión de Todos los Santos para que podamos volver a abrir el corazón de todas las personas a la esperanza de la resurrección…volver a creer. Y os digo yo que es posible pues, si no creemos que en el corazón de todas las personas que dicen no creer hay una pequeña semilla divina ¿Por qué narices van a llevar flores a algo que (según ellos) ya no existe? Ahí lo dejo…

Vuestro párroco

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