Trastos
viejos
Esta semana hemos hecho
limpieza en la parroquia. Es increíble la de cosas que podemos almacenar en los
armarios “por si acaso”. Candelabros rotos, telas estropeadas, pilares de
madera, bombillas inservibles y hasta un mapa de la provincia de Valencia de
1902 (eso lo hemos conservado).
Almacenamos y almacenamos por
miedo a no tener; aunque aquello que guardamos ya no nos sirva o sea
inutilizable. Ahora me viene a la cabeza la voz de mis padres cuando, al
cambiar la ropa de verano a invierno del armario o viceversa me dicen: “Lo que ya no te sirva y esté bien dalo a
Cáritas y lo que no o haces trapos o lo tiras”.
Ahí está el dilema. Esta
camisa, ¿la tiro? ¿Y este suéter? Estos pantalones que ya no me caben…¡bah!
Adelgazo y el año que viene los puedo utilizar (ja, ja, ja, ja, ja,…). Hasta
los armarios están tan llenos de buenos propósitos como los 31 de diciembre de
todos los años.
De vez en cuando está bien
hacer un poco de limpieza de trastos. Creo que los curas eso lo tenemos fácil.
Cuando nos mandan a otra parroquia y toca embalar cajas…llega la hora de
limpiar y dejar cosas: libros, papeles, y cosas inútiles que puedes llegar a
dejar olvidado al fondo de un cajón y que cuando lo ves piensas para qué
narices has guardado eso. Lo que no podía caber ni en un camión, al final, cabe
en un par de viajes en el coche medianamente cargado.
Lo que no es útil se convierte
en un lastre que te ancla en el pasado y te hace más costoso avanzar hacia
adelante y, aunque somos conscientes de esto, nos empecinamos en guardar cosas
que están en desuso, rotas o que no las volveremos a ver hasta que toque
limpieza a fondo.
Las lecturas de estas semanas
nos hablarán del final. Lógico, estamos a pocos días de acabar este ciclo “B” y
comenzar el “C” en la primera semana de Adviento. Lo viejo se acaba para dar
pasa a algo nuevo y mejor.
Creo que hasta la liturgia nos
está pidiendo a gritos que hagamos limpieza a fondo de nuestra vida para
afrontar el nuevo año litúrgico libre de todo aquello que no nos deja avanzar
hacia Cristo. Él está a la vuelta de la esquina, esperándonos para mostrarnos
su verdadero rostro. Nos invita a que vayamos hacia Él pero, ¿qué cosas hay en
mi vida que me están anclando al suelo y no me dejan avanzar? Tendré que hacer
caso a mis padres y empezar a tirar trastos para poder renovar sino la
totalidad de mi vida…al menos, el fondo de armario.
Vuestro párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario