viernes, 16 de noviembre de 2018


Trastos viejos
Esta semana hemos hecho limpieza en la parroquia. Es increíble la de cosas que podemos almacenar en los armarios “por si acaso”. Candelabros rotos, telas estropeadas, pilares de madera, bombillas inservibles y hasta un mapa de la provincia de Valencia de 1902 (eso lo hemos conservado).

Almacenamos y almacenamos por miedo a no tener; aunque aquello que guardamos ya no nos sirva o sea inutilizable. Ahora me viene a la cabeza la voz de mis padres cuando, al cambiar la ropa de verano a invierno del armario o viceversa me dicen: “Lo que ya no te sirva y esté bien dalo a Cáritas y lo que no o haces trapos o lo tiras”.

Ahí está el dilema. Esta camisa, ¿la tiro? ¿Y este suéter? Estos pantalones que ya no me caben…¡bah! Adelgazo y el año que viene los puedo utilizar (ja, ja, ja, ja, ja,…). Hasta los armarios están tan llenos de buenos propósitos como los 31 de diciembre de todos los años.

De vez en cuando está bien hacer un poco de limpieza de trastos. Creo que los curas eso lo tenemos fácil. Cuando nos mandan a otra parroquia y toca embalar cajas…llega la hora de limpiar y dejar cosas: libros, papeles, y cosas inútiles que puedes llegar a dejar olvidado al fondo de un cajón y que cuando lo ves piensas para qué narices has guardado eso. Lo que no podía caber ni en un camión, al final, cabe en un par de viajes en el coche medianamente cargado.

Lo que no es útil se convierte en un lastre que te ancla en el pasado y te hace más costoso avanzar hacia adelante y, aunque somos conscientes de esto, nos empecinamos en guardar cosas que están en desuso, rotas o que no las volveremos a ver hasta que toque limpieza a fondo.

Las lecturas de estas semanas nos hablarán del final. Lógico, estamos a pocos días de acabar este ciclo “B” y comenzar el “C” en la primera semana de Adviento. Lo viejo se acaba para dar pasa a algo nuevo y mejor.

Creo que hasta la liturgia nos está pidiendo a gritos que hagamos limpieza a fondo de nuestra vida para afrontar el nuevo año litúrgico libre de todo aquello que no nos deja avanzar hacia Cristo. Él está a la vuelta de la esquina, esperándonos para mostrarnos su verdadero rostro. Nos invita a que vayamos hacia Él pero, ¿qué cosas hay en mi vida que me están anclando al suelo y no me dejan avanzar? Tendré que hacer caso a mis padres y empezar a tirar trastos para poder renovar sino la totalidad de mi vida…al menos, el fondo de armario.

Vuestro párroco

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