Certeza
Me pongo cara al ordenador el
día 16 de abril, martes santo. Escribir estas líneas pascuales sin haber
siquiera empezado el Triduo Pascual es un tanto complicado.
No puedo hablar de las
procesiones, por ejemplo, porque no sé si se han realizado. Las noticias hablan
de una Gota Fría que afectará a nuestra comunidad justo en los días más
importantes. Tampoco puedo hablar de las celebraciones del Triduo porque
tampoco sé si han ido bien, si ha habido participación, si las cofradías se han
hecho presentes y visibles en las mismas... A día de hoy, todos estos temas,
son inciertos.
No puedo fijarme ahora de lo
que es incierto porque la Pascua es
una certeza. No depende de las
condiciones climatológicas ni de la afluencia del personal a las parroquias; no
depende de las cofradías ni del sacerdote de turno.
La Pascua sólo depende del
amor misericordioso de Dios que, en su infinita sabiduría, nos regaló la Vida
Eterna con el sacrificio de Cristo en la Cruz. Esa es la certeza, eso es lo
seguro, eso es lo que nunca cambia sino que, año tras año, se renueva en la
Vigilia Pascual.
Por delante quedan cincuenta
días de fiesta, cincuenta días de resurrección, cincuenta días de Pascua. Esa
es la certeza.
La muerte, aunque triste para
los que se quedan aquí, será sólo un paso necesario que me llevará a ver el
rostro resucitado de Jesús. Esa es la certeza.
El pecado se convierte en una
oportunidad de gracia porque Cristo lo ha vencido y, por su sacrificio, soy
perdonado siempre. Esa es la certeza.
Mi vida, si acepto de verdad
que el Señor ha resucitado en mí, se llena de esperanza porque Jesús le ha dado
sentido pleno. Esa es la certeza.
El amor adquiere un nuevo
significado: Cristo me ha enseñado que amar hasta el extremo, aunque doloroso,
me llena de una Vida que nada en el mundo me puede quitar. Esa es la certeza.
ESA ES LA GRAN CERTEZA: QUE CRISTO HA RESUCITADO Y YO CON
ÉL.
¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!
Vuestro párroco