lunes, 13 de mayo de 2019


Las flores de mi jardín

Os voy a proponer un juego. Vamos a jugar con la imaginación. En esta ocasión haremos un repaso a lo que ha sido nuestra vida hasta ahora. Y lo vamos a hacer imaginándonos que es un jardín grandísimo.

Como en todos los jardines, mi vida está forrada con una capa de césped verde y fresco. Cada hoja son los días que he vivido. Hay zonas muy verdes y limpias, zonas más oscuras e, incluso, hay zonas donde no crece nada y la tierra es árida…no todos los días de nuestra vida han sido agradables y nuestro jardín nos lo recuerda.

Hay también arbustos bien cortados que decoran amplias zonas de mi jardín. Como las amistades que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida y que van embelleciendo nuestra existencia. Sin embargo, hay arbustos mal cortados, algunos sin hojas o que, incluso, intentan tapar los que están sanos. En todos los jardines hay espinas. Algunas las provocamos nosotros y otras…nos vienen de fuera. No obstante, todo forma parte de mi jardín.
Gran cantidad de árboles culminan nuestro jardín. Estos van creciendo y se hacen cada vez más altos y fuertes. Son nuestra familia que de nuestras simientes van naciendo nuevos árboles que intentan abrirse paso a la sombra y cobijo de los grandes. Los más pequeños son las generaciones más jóvenes y así hasta llegar a los árboles más viejos y sabios que, más tarde o más temprano, darán paso a otros árboles más jóvenes para que sigan dando vida al jardín.

Rodeando todos los árboles hay un manto de flores, muchas flores. Son todas las sonrisas y alegrías que acompañan a todos estos gigantes (y no tan gigantes) de este jardín. Con sus espinas sí, pero flores al fin y al cabo.

Todo esto va creciendo bajo la atenta mirada del cuidador de nuestro jardín. Aquel que nos ayudó a plantar la hierba, los arbustos, las flores y los árboles. Aquel que intenta guiar nuestras raíces para que crezcamos perfectos aunque nosotros nos encabezonemos en enredarnos.

Ese cuidador ha puesto una flor muy especial en medio de nuestro jardín. Una flor que está pendiente de que, todo lo que crezca a su alrededor, recuerde quién es el que verdaderamente cuida del jardín. Una flor atenta a los problemas de las seres vivos que le rodean y que, cuando llega el cuidador, no tarda un segundo en decírselo para que actúe. Una flor llamada María a la que le dedicamos un mes entero del año para decirle que, gracias a que está ella en nuestro jardín, todo es mucho más hermoso.

Vuestro párroco

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