Incongruente
El diccionario define a una
persona incongruente como aquella que está falta de coherencia entre varias
ideas, acciones o cosas. Creo que no hay palabra mejor que defina lo que está
pasando en el momento de la historia que nos ha tocado vivir.
Eso del “donde dije: digo; digo Diego” se estila mucho en nuestros días.
Eso de mostrar una careta a los demás que deforma totalmente cómo somos en
realidad está al orden del día. Eso de quedar bien delante de los demás echando
por tierra al otro (si es necesario) ha pasado de ser un pecado inconfesable a
un vicio necesario si quiero salir airoso de alguna situación.
Somos incongruentes cuando
desenterramos a los muertos o, por el contrario, enterramos a los vivos con
nuestras palabras y acciones cargadas de odio, rencor, burla o menosprecio.
Cualquier cosa con tal de no querer ver cuál es nuestra propia realidad.
Siendo totalmente francos, a
ninguno de nosotros nos gusta darnos cuenta de lo que nos hace ser débiles, de
lo que fallamos, de lo que necesitamos mejorar, de nuestros errores,… a todos
nos gusta mostrar lo bueno que tenemos para que nos den dos palmaditas en la
espalda.
Quizá eso nos sirva ante las
personas pero no ante Dios. Podemos montarnos mil y una historias ante el Señor
que Él seguirá viendo lo que hay en lo más profundo de nuestro corazón para
sanarlo evitando, de este modo, que tenga que inventarme nada ante su
Presencia. Simplemente sentirme libre ante su misericordia.
Tal vez esta podría ser la
petición que podamos hacer esta semana en nuestras oraciones o cuando vayamos a
Misa: ser veraces aunque a veces duela. Puede que sea complicado esto que
pedimos pero tenemos la suerte de contar con la intercesión de todos los santos
que celebraremos el próximo viernes. A ellos, pues, nos encomendamos y pedimos
su ayuda para pasar de la incongruencia a la libertad de la verdad.
Vuestro párroco