La liturgia de la
vida
La Providencia, de vez en
cuando, juega con nosotros. No lo digo en tono negativo. ¡Dios me libre! Al
contrario, juega a sorprendernos, si nos dejamos claro. Coincidencias como las
de este fin de semana sólo las podemos percibir con un poco de “finura
espiritual”, es decir, mirando un poco más allá de nosotros mismos.
Los que sois asiduos a las
celebraciones que realizamos en las parroquias sabéis que la liturgia acompaña
nuestro día a día. La Palabra que proclamamos y reflexionamos diariamente no es
ajena a nuestras vidas. La comunión que compartimos no es un simple paso más en
la Eucaristía diaria que se escapa de las paredes de nuestras iglesias para
llegar a su culmen cuando vivimos como otros “Cristos” en medio de nuestros quehaceres
diarios.
Tras la sana cabezonería de la
comunidad cristiana de la Milagrosa, Don Enrique, no ha podido más que ceder y
realizar una Misa de despedida que, como anunciamos la semana pasada y en este
número del Semanari, se realizará este domingo a las 20:00 horas en dicha
parroquia.
Quien piense que va a ser una
celebración para vanagloria de D. Enrique está muy equivocado. Es, más que
nunca, una acción de gracias del sacerdote hacia aquellos con los que ha
convivido los últimos 34 años de su ministerio y viceversa. Ojala, cuando
llegue a la puerta de la Milagrosa este domingo, la vea llena de gente porque
la ocasión se lo merece.
Pero, volviendo a lo que os
comentaba al principio de estas líneas. La Providencia ha hecho que este fin de
semana se una esta celebración con un Evangelio muy acorde con la situación.
Más que nunca, la liturgia eucarística se juntará y acompañará a esa otra liturgia diaria que es nuestra vida.
Los cristianos debemos vivir
nuestra vida, no como un continuo ir “quemando etapas”, sino deteniéndonos en
cada momento, vivirlo con intensidad cogidos de la mano del Señor y dar un paso
más sin dejar de avanzar, sabiendo de dónde venimos mientras miramos al futuro
(aunque este sea a veces algo oscuro).
Don Enrique acabará esta etapa
y aprenderá a vivir una nueva en su pueblo. La parroquia de la Milagrosa dará
gracias por esta etapa junto a su párroco y aprenderá a esperar la nueva
situación que Dios (y el obispo) disponga para ellos.
Con emoción y orgullo
culminarán ambos una etapa con la esperanza puesta en la siguiente. Pero ambos
podrán exclamar bien alto como Jesús nos invita a decir en el Evangelio de esta
semana: “Somos siervos inútiles, hemos
hecho lo que teníamos que hacer”.
Vuestro párroco
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