viernes, 4 de octubre de 2019


La liturgia de la vida
La Providencia, de vez en cuando, juega con nosotros. No lo digo en tono negativo. ¡Dios me libre! Al contrario, juega a sorprendernos, si nos dejamos claro. Coincidencias como las de este fin de semana sólo las podemos percibir con un poco de “finura espiritual”, es decir, mirando un poco más allá de nosotros mismos.
Los que sois asiduos a las celebraciones que realizamos en las parroquias sabéis que la liturgia acompaña nuestro día a día. La Palabra que proclamamos y reflexionamos diariamente no es ajena a nuestras vidas. La comunión que compartimos no es un simple paso más en la Eucaristía diaria que se escapa de las paredes de nuestras iglesias para llegar a su culmen cuando vivimos como otros “Cristos” en medio de nuestros quehaceres diarios.
Tras la sana cabezonería de la comunidad cristiana de la Milagrosa, Don Enrique, no ha podido más que ceder y realizar una Misa de despedida que, como anunciamos la semana pasada y en este número del Semanari, se realizará este domingo a las 20:00 horas en dicha parroquia.
Quien piense que va a ser una celebración para vanagloria de D. Enrique está muy equivocado. Es, más que nunca, una acción de gracias del sacerdote hacia aquellos con los que ha convivido los últimos 34 años de su ministerio y viceversa. Ojala, cuando llegue a la puerta de la Milagrosa este domingo, la vea llena de gente porque la ocasión se lo merece.
Pero, volviendo a lo que os comentaba al principio de estas líneas. La Providencia ha hecho que este fin de semana se una esta celebración con un Evangelio muy acorde con la situación. Más que nunca, la liturgia eucarística se juntará y acompañará a esa otra liturgia diaria que es nuestra vida.
Los cristianos debemos vivir nuestra vida, no como un continuo ir “quemando etapas”, sino deteniéndonos en cada momento, vivirlo con intensidad cogidos de la mano del Señor y dar un paso más sin dejar de avanzar, sabiendo de dónde venimos mientras miramos al futuro (aunque este sea a veces algo oscuro).
Don Enrique acabará esta etapa y aprenderá a vivir una nueva en su pueblo. La parroquia de la Milagrosa dará gracias por esta etapa junto a su párroco y aprenderá a esperar la nueva situación que Dios (y el obispo) disponga para ellos.
Con emoción y orgullo culminarán ambos una etapa con la esperanza puesta en la siguiente. Pero ambos podrán exclamar bien alto como Jesús nos invita a decir en el Evangelio de esta semana: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Vuestro párroco

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