El pasado 14 de marzo realicé
mi última Misa en una de las dos parroquias que llevo. Obviamente, la situación
que estamos viviendo con el CoVid-19, era lo más sensato para evitar la
propagación de un virus que ha puesto patas arriba (sin exagerar) la vida tal y
como la vivíamos hasta ahora.
Mi labor, desde entonces, ha
sido mantenerme confinado (como todos) en casa exceptuando cuando he tenido que
salir a comprar o a pasear el perro. Por la mañana y por la noche envío un
mensaje a los dos grupos de la parroquia con alguna oración para acompañar
aquellos que se encuentran solos en sus casas y, por lo menos, mantenerme unido
a las personas que conforman mis comunidades parroquiales. Para algunas será una estupidez. Para otras es la única vez que alguien se acuerda ellas durante el día...
El miércoles 18 de marzo
estuve echando una mano en el Economato interparroquial. Todas las personas
voluntarias que van allí son “personas de riesgo” y me comentaron que sus
familias no querían que salieran de casa. Totalmente lógico y comprensible. Si a
esto le sumo que el supermercado que nos provisiona de alimentos nos dice que
no tiene personal suficiente para poder traernos los pedidos, no hubo más
remedio que cerrar el Economato.
Dos días más tarde, decido llamar al encargado de este
servicio para decirle que tenemos que abrir sí o sí. No podemos dejar de lado
el pilar más importante de la Iglesia como es la caridad. Al mismo tiempo los
servicios sociales de nuestro ayuntamiento nos pidieron que abriéramos porque
ellos no podían hacerse cargo de las necesidades que empezaban a surgir. Todo a
la vez.
10.000 euros vamos a poner las
parroquias de Sueca para poder repartir vales de compra para las casi 200
familias (más todos los casos que nos están llegando y que empiezan a pasarlo
mal para poder comprarse comida) más las ayudas que podamos recibir de Caritas
Diocesana y del mismo Ayuntamiento.
Harto de leer los mensajes de
quienes no tienen dos dedos de frente diciendo que qué está haciendo la Iglesia
para luchar contra el coronavirus he decido escribir esto. La Iglesia somos los
cristianos (y no un edificio más o menos barroco). Entre estos cristianos están
los que confeccionan máscaras de seguridad (ayudando a las asociaciones que se
han organizado desde sus casas para poder realizarlas) para poder abastecer a
la policía o a la Guardia Civil o a cualquiera que las necesite que NO tienen
suficientes. La misma Iglesia que llama por teléfono a las personas que están
solas en sus casas sólo para preguntar cómo se encuentran. La misma Iglesia (al
menos la que camina en Sueca) que, no donará dinero para material sanitario,
sino que estará pendiente de las necesidades de quienes NO tienen qué comer. La
misma Iglesia que está prestando sus edificios para poder acoger a las personas
afectadas por el virus o sin techo.
Como Sueca hay miles de
Caritas más que, a lo largo de todo el país, se moviliza para intentar paliar
los efectos “colaterales” del virus. No somos mejores que nadie. No somos
héroes. No estamos a “primera línea de fuego”. Somos, única y simplemente,
cristianos y, por lo tanto, Iglesia.
¿Nos quieres ayudar? Adelante.
Ya tardas en ponerte en contacto conmigo ¿Nos quieres seguir criticando? ¡Adelante
también! La estupidez humana puede llegar hasta límites insospechados.
Soy Iglesia. Soy Cristiano. Soy
Sacerdote. Habré cerrado las parroquias…pero la Iglesia NO SE CIERRA.
Alejandro