La enfermedad del hambre
El mes de
febrero es el mes de los enamorados. Aunque soy de los que celebrarían esta
fiesta del amor el día 9 de octubre que para algo tenemos la tradición de
regalar la “mocaorá”. Pero sea cual sea la fecha que decidamos escoger, siempre
se va a tratar de demostrar el amor (algo inmaterial) con un regalo (algo
material). Como si el amor no se pudiera demostrar de otra forma.
Dos
oportunidades más de demostrar el amor tenemos este mes. Un amor diferente, sí,
pero pleno, lleno de vida y esperanza, lleno de fuerza, lleno de Dios
.
Este sábado,
festividad de la Virgen de Lourdes, celebramos la jornada mundial del enfermo.
Esta jornada fue instaurada por san Juan Pablo II hace poco más de 20 años y,
en ella, se nos alienta a vivir la enfermedad (tanto si la padecemos como si
somos quienes cuidamos de los enfermos). Sin duda alguna es una oportunidad que
se nos brinda para llenar de esperanza todo aquello que la sociedad intenta
apartar y esconder.
Todo este
dolor, sufrimiento, noches de insomnio, visitas al médico, malestar,… intentar
vivirlo junto con Cristo que pasó por los mismos sentimientos y, por eso,
también nos puede acompañar, porque Él
también los pasó.
Pero también
podemos demostrar este amor cargado de Dios en la campaña contra el hambre que
organiza todos los años Manos Unidas. Bajo el lema “1/3 de nuestros alimentos acaba en la basura – el mundo no necesita
más comida, necesita más gente comprometida” se nos invita a reflexionar
sobre la necesidad de vivir con lo justo evitando el derroche innecesario.
Concienciar a
las generaciones más jóvenes que la comida que ellos no se comen podía
habérsela comido mucha más gente. Concienciarnos de que, a menudo, nos pasamos
de la raya llegando incluso a ser ofensiva nuestra actuación…pero como no vemos
a los que pasan necesidad…ojos que no ven, corazón que no siente.
El proyecto con
el que vamos a colaborar este año es la mejora de la salud materno-infantil en
Senegal. Más en concreto se trata de poder hacer llegar la salud obstetricia a
las mujeres que viven más alejadas de los núcleos urbanos con ambulatorio. De
este proyecto se podrán beneficiar cerca de 3000 mujeres.
Una forma de
amar no es sólo colaborar económicamente. Lo más importante es que, unidos en
la celebración de la Eucaristía de este fin de semana, podamos pedir al Señor
que convierta los corazones de aquellos que pueden cambiar el mundo y que algún
día no tengamos que realizar esta campaña. Unamos nuestras manos contra el
hambre.
Vuestro párroco
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