viernes, 19 de enero de 2018

Rompiendo barreras
El principio de año nos sorprendió con unas cuantas obras por todo el pueblo. Aunque mientras se realizan son molestas por el polvo que ocasionan, subir y bajar de las aceras cuando vas caminando o el tiempo que se pierde a la hora de aparcar, los resultados suelen hacernos olvidar esas molestias.

Delante de la parroquia de Fátima una gran rampa salva el desnivel que había y que obligaba a las personas en silla de ruedas o a los carritos de bebé que venían al colegio o a la parroquia, a pasar por la carretera con el consecuente peligro que eso acarreaba. No sólo eso, sino que también se ha rebajado la acera en los pasos de cebra para poder pasar con más facilidad.

Obras que se agradecen mucho porque facilita el acceso a esta zona, casi olvidada, de nuestro pueblo y, hasta hace unas semanas, poco accesible. A quien corresponda: ¡Enhorabuena!

Como veis las obras pueden romper algunas barreras y pueden facilitarnos la vida en muchos aspectos. Nuestras propias obras, si las realizamos desde el prisma del amor, como nos enseña Cristo domingo tras domingo en el Evangelio que podemos meditar en la Eucaristía, también pueden romper las barreras que nos pueden separar de los demás.

Lo que hagamos con amor estoy seguro que nos acercarán más a los demás y nos facilitarán, no sólo el encuentro con las otras personas sino con el Señor.

Una barrera que estoy viendo y viviendo en mis propias carnes y que parece que está cayendo poco a poco es la que se creó cuando me hice cargo de la parroquia de Nuestra Patrona, la Virgen de Sales. Muchas dudas, críticas (que ya parecen que van disminuyendo), miedos y recelos se levantaron al principio de este gran cambio. Sin embargo, poco a poco, y con el impresionante esfuerzo de ambas comunidades cristianas (Fátima y Sales), creo que estamos dando ejemplo de que podemos vencer las dificultades, romper barreras y continuar caminando.

Doy gracias a Dios por la ayuda y comprensión que estoy teniendo en ambas comunidades cristianas. Aunque todavía nos queda mucho por recorrer. Estoy seguro que con la ayuda del Señor seremos capaces de llevarlo adelante con la alegría que debe caracterizar nuestra fe cristiana.

Jesús, este fin de semana, nos enseña a romper barreras y acercarnos sin miedo a los demás con la fe y la verdad por delante. Pidámosle que seamos también nosotros capaces, no sólo de romper, sino de crear puentes que nos faciliten el encuentro.

Vuestro párroco

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