sábado, 15 de octubre de 2016

UNA FIESTA ENTRAÑABLE

Hace poco vi por internet un video en el que aparecía una niña de tres o cuatro años viendo por primera vez la llegada de un tren a la estación. La cara de la niña era un poema: sorpresa, emoción, sonrisas, lágrimas, gritos,… eso si, siempre aferrada a la mano de una persona que, intuyo, era uno de sus padres.

Algo así me ha sucedido este fin de semana cuando participaba por primera vez de las Fiestas en honor a nuestra titular Nuestra Señora de Fátima. Un cúmulo de emociones iban sobreviniendo una tras otra a cada celebración que realizábamos o a cada calle por la que íbamos pasando durante la procesión. Y como a la niña del video, siempre acompañado por alguna persona que me iba comentando todo lo que estábamos haciendo o recordando tradiciones que ya se han perdido.

La primera palabra que me surgió fue la que lleva por título estas líneas que comparto con vosotros: entrañable; es decir, algo que despierta cariño espontáneamente. Así lo compartí con las personas que se acercaban a preguntarme qué me había parecido la fiesta.

Pero no sólo el domingo. El sábado por la tarde con los juegos y las cucañas para los más pequeños y jóvenes de nuestra parroquia dábamos el pistoletazo de salida a estas fiestas. ¡Qué bien nos lo pasamos jugando y riendo! Los Juniors prepararon los juegos para que, mientras nos lo pasábamos en grande, pudiéramos aprender características de nuestra Madre la Virgen María como la prudencia, la humildad,… Características que luego profundizamos en la Eucaristía en la que aprovechamos que estábamos todos juntos y alegres para dar gracias a Dios.

Para culminar la tarde, “els pastorets” nos invitaron a todos a un chocolate que estaba buenísimo y que fue preparado con mucho cariño. ¡Algunos nos pusimos la botas!

Al día siguiente, todo fue a más. Qué guapos que iban Jacinta, Francisco y Lucía, y qué bien leyeron las lecturas de la Eucaristía. Aunque la iglesia estaba a reventar no estaban para nada nerviosos y fueron muy dignos representantes de toda la parroquia ante nuestra titular.

Se notaba en el ambiente la presencia del Señor y que estábamos todos muy a gusto. Eso se hace palpable cuando, desde el altar, ves a la gente sonreír, rezar, cantar (¡Qué bien lo hizo el coro de los Juniors!), emocionarse,… eso ayuda a vivir la Eucaristía. Sin duda alguna, un gran regalo que nos hizo Nuestra Madre esa tarde.

Por último, la procesión por las calles de nuestro barrio. Precioso ver como la dulzura de María inundaba las casas por donde íbamos pasando. Los pétalos que caían de algunos balcones o los altares con la imagen de nuestra titular. Todo por amor a María que nos acoge como hijos suyos que somos.

En fin, reitero lo dicho: ¡UNAS FIESTAS ENTRAÑABLES!

¡VIVA LA VIRGEN DE FÁTIMA!

Alejandro Navarro Mulet
Párroco de Nuestra Señora de Fátima





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