Y A MI ¿QUÉ?
Esta semana celebramos el DOMUND. Un pequeño alto en el camino que nos permite ver
más allá de los límites de nuestras parroquias. Aunque, si bien es cierto que
nuestros pueblos cada vez son más tierra de misión, no podemos olvidar a aquellos
que decidieron dejar la seguridad de su tierra para ir a las misiones. Sueca
puede dar fe de ello.
Hemos de olvidar esa visión del “curilla” en medio de la
selva predicando el Evangelio a los negritos (con perdón). Las misiones van
mucho más allá. Son lugares donde se intenta formar, ayudar, desarrollar y
cobijar a las personas. Lugares donde, en algunos casos, se devuelve al ser
humano su dignidad y donde aprenden sus derechos.
Y a mi, ¿Qué? ¿Qué me importan esas personas, esas tierras,
esos lugares,…? ¿Acaso no tengo yo bastante con lo mío? No es culpa mía que
vivan así… Podemos pensar eso. Podemos excusarnos en comentarios parecidos para
olvidar este DOMUND. Podemos mirar a otro lado y pasar de todo. Podemos ser
igual que el fariseo que veremos este domingo en el Evangelio: erguido frente a
Dios, despreciando al que tiene a su lado únicamente por su condición, haciendo
un juicio condenatorio sin conocer a ese pobre hombre que no se atreve a mirar
al Señor a la cara.
Haciendo esto estamos anulando la voluntad de Dios en
nuestras vidas. El Señor ha puesto en nuestras vidas su semilla de bondad y de
misericordia. Somos sus manos, sus pies, sus ojos, su boca y su oído. Somos los
llamados a proclamar la esperanza en nuestros ambientes, somos llamados a obrar
como lo haría Cristo. Somos su imagen. ¿Acaso giraría Él la mirada ante el
sufrimiento del hombre? ¿Acaso lo vamos a hacer nosotros?
Celebrar el DOMUND no es únicamente poner la monedilla en el
sobre y darlo en la parroquia. Eso está bien. Pero sería un gesto vacío si no
fuera acompañado por nuestro compromiso de orar por todos ellos, y a eso se nos
invita este fin de semana.
No hagamos oídos sordos a esta llamada que nos hace Cristo
por medio de la Iglesia. Abramos los ojos ante la realidad que nos rodea (la
que está más lejos y la que tenemos al lado de nuestra casa) y pidamos al Señor
que nos abra el corazón a la caridad.
Vuestro párroco
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