viernes, 17 de marzo de 2017

Diálogo
-         -  Jesús.

-         -  ¿Si?

-         -  ¿Puedes acercarte? No consigo verte.

-          - Claro. – Respondió Jesús mientras se levantaba del suelo. – Dime, padre.

-          - Tiene gracia. Nunca he sabido a quien te dirigías cuando decías padre, aunque yo siempre alzaba la cabeza por si necesitabas de mí.

José, ayudado por su hijo Jesús, se incorpora un poco de la cama para poder hablar mejor. Sus fuerzas eran ya muy pocas y, tanto su esposa María como Jesús, hacían guardia cerca de él para cubrir todas sus necesidades. Sin embargo, en ese momento se encontraban los dos solos. María había salido a comprar alguna cosa que mitigara el dolor de José que iba creciendo.
-         
¿   -Te duele mucho, papá?

-          - Hace rato que dejé de sentir nada.

-          -Llamaré a mamá. – Jesús intentó levantarse pero la mano de su padre lo agarró con fuerza y le instó a que se quedara a su lado.

-          - No. Déjame estar un rato a solas contigo. Últimamente, con tantas visitas no hemos tenido ocasión.

-      - De acuerdo. – Respondió Jesús mientras se volvía a sentar en el suelo. – Pero recuerda que debes descansar.

-       -No te preocupes. Siempre que estoy contigo, desde que sólo eras un bebé, he descansado. Hasta cuando no parabas de correr de un lado para otro. ¿Lo recuerdas? De pequeño eras un trasto.

-          - Si, papá. Pero siempre os he obedecido.

-          - Cierto, Jesús. pero ¿Por qué?

-         -  Porque vosotros me habéis hecho como soy. Me enseñaste a trabajar la madera y a tratar con los demás. Me enseñaste a rezar y a…

-          -Bueno eso… - interrumpió José. – Eso lo has hecho tú solo.

-          - Tú fuiste quien me enseñó a leer la Escritura. Lo demás,… ya lo sabes.

-       -  Sí, lo sé. Y por eso no tengo miedo. Sé que no me queda mucho tiempo, lo noto, pero es estar contigo y todo lo malo desaparece.

-        - Pronto descansarás. – Jesús cogió un paño para secar la frente de su padre. – Y no tardaré en volver a verte. Pronto me reuniré contigo.

-          - ¿He sido buen padre?

-          - El mejor que el Señor me pudo haber dado. – Jesús se incorporó y apoyó la cabeza de José sobre su pecho mientras le besaba la frente. – Descansa en mi, padre.

-          - Ya lo hago… - Y así, sobre el pecho de Jesús, mientras María entraba por la puerta y se sentaba también a su lado, José descansó en el eterno abrazo de su Hijo.

Vuestro párroco

No hay comentarios:

Publicar un comentario