viernes, 19 de mayo de 2017

EL “OTRO” EVANGELIO

Estos días de comuniones en los que las parroquias se llenan de personas que no suelen vivir la fe tan asiduamente como lo hacemos los llamados “cristianos practicantes”, me pregunto si lo que ven les gusta o les llama la atención. Si lo que mostramos es una celebración bonita o el mensaje de amor de Cristo.

Ciertamente, las celebraciones de las Primeras Comuniones se preparan con mucho esmero y cariño. Aquí, en la parroquia de Fátima, intentamos que los niños sean los protagonistas que no es lo mismo que decir que “hacen muchas cosas” cual monos de feria ante un público entregado.

Nos ayudan a limpiar nuestros corazones con las peticiones de perdón, leen las peticiones pidiendo por el mundo, la Iglesia y la parroquia, realizan las ofrendas con lo necesario para celebrar la Eucaristía, siguen la plegaria Eucarística con un librito que se lo llevarán de recuerdo, ofrecen una flor a María y cantamos el “13 de maig”. Pienso que es una celebración muy sencilla en la que Cristo es el protagonista siendo mostrado por estos pequeñajos que lo van a recibir por primera vez.

¿Y para los que observan todo estos desde los bancos de la iglesia? Un amigo sacerdote me dijo lo siguiente: Para muchas de estas personas que no van nunca a la iglesia, ni leen los Evangelios; el único evangelio que leerán será el de tu propia vida. Pienso que no puede ser más acertada esta afirmación.

Nuestro ejemplo de vida debe ser lo que verdaderamente llame la atención. Tal y como ocurría en las primeras comunidades cristianas que la gente los veía y se decía: mirad como se aman… Las celebraciones de las Primeras Comuniones pueden llegar a ser pesadas pero pueden ser una buena oportunidad para todos los cristianos comprometidos con nuestras parroquias.

Solemos huir de estas celebraciones a no ser que estemos invitados; pero creo que deberíamos ir en bloque, no para mandar callar sino para mostrar lo importante que es para nosotros la Eucaristía. A veces será desde el silencio, otras veces será llamando la atención sobre algún gesto concreto de la Misa a quienes no están atentos, otras acogiendo a las personas que andan un tanto "perdidas" y no suelen venir mucho por la parroquia o simplemente ayudando al sacerdote desde la oración cuando las celebraciones se vuelvan un poco más pesadas de lo normal.

El futuro de nuestras comunidades depende de ese ejemplo que podamos dar dentro de nuestros templos parroquiales o cuando estemos comprando el pan. Que puedan decir de nosotros lo mismo que decían de las primeras comunidades cristianas: mirad como saben amar estos cristianos.

Vuestro párroco

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