CONSAGRACIÓN
Silencio…Cristo viene y se
hace presente. No es magia, no hay trucos. No es un teatro, no hay poses para
una foto perfecta. Es un diálogo sin palabras. Sólo un cruce de miradas y una
realidad: tú presente delante de nosotros.
Alzo las manos y la mirada al
cielo y te pido que vengas. El mundo se paraliza durante unos segundos y sólo
existe el silencio, la veneración y la expectación. La grandeza de Dios, el
cielo entero, desciende al punto que coloco mis manos sobre el pan y el vino
invocando el Espíritu que te hará realmente presente.
Con cuidado y respeto, las
yemas de mis dedos rozan la patena donde se encuentra el pan y se van acercando
hasta poder cogerlo y sostenerlos a pocos centímetros del altar. Me inclino y
cierro los ojos…
Mis manos no notan ningún
cambio pero mi corazón sabe que ya estás ahí. “Tomad y comed todos de él,…” comienzo a decir. Tus palabras
vuelven a reproducirse otra vez y llenan la iglesia entera. “…Porque esto es mi cuerpo…”,
inmerecidamente en mis manos, tu Jesús, te dejas sostener como te sostuvo María
al pie de la cruz. “…que será entregado
por vosotros” y vuelvo a abrir los ojos para poder contemplar tu presencia
entre mis dedos.
Los dos nos incorporamos y te
alzo mostrándote a todos los que están esperando verte, rodilla en tierra,
porque ante este misterio no podemos más que encogernos y adorarte.
Son sólo unos pocos segundos.
Me doy cuenta que estoy alzando al mismo Dios, que mis manos están tocando el
cielo por unos instantes. Y nos miramos. Nos miras. Cada uno de los que estamos
allí somos acariciados por tu presencia, por tu mirada, por tu misericordia.
Desciendo las manos para
posarte sobre la patena como te posaron sobre la piedra del sepulcro a la
espera de la resurrección; ahora a la espera de ser entregado a los que te
seguimos para salvarnos en el momento de la comunión.
No es un privilegio, es una
exigencia continua de mantener esas manos aptas para sostener el Cuerpo de
Jesús. Que tengamos un corazón dispuesto para verlo este fin de semana por las
calles de nuestro pueblo.
Vuestro párroco
Ternura humana.
ResponderEliminarMISERICORDIA Y GRANDEZA DE DIOS!!!