TRES POR UNO
El pasado lunes fui a celebrar
la fiesta “Del Miracle dels tres peixets” a Alboraya. El lunes de Pentecostés
se recuerda el milagro Eucarístico que ocurrió en el “Barranc del Carraixet”
hace más de 600 años y que ha configurado la vida y tradiciones de este pueblo.
Cuando fui a coger el coche me
doy cuenta que me había dejado la luz del interior del coche encendida toda la
noche consumiendo así toda la batería. No podía ni abrir el coche. ¿Qué hago?
Salía con el tiempo suficiente para llegar pero no había contado con este
percance y, encima, tenía que presidir yo la celebración.
Menos mal que un alma
caritativa no dudó en llevarme hasta la ermita donde se celebraba la Eucaristía
y todo quedó en una anécdota más que anotar en el libro de mi vida.
Confías en que todo está en
orden, no le prestas demasiada atención, tampoco lo cuidas demasiado,…pero en
el momento que falla te das cuenta los problemas que te puede causar si no está.
Lo mismo nos puede pasar en
nuestra relación con Dios. Sabemos que está ahí, que nos podemos dirigir
siempre que queramos a Él mediante la oración, que siempre vela por nosotros,…
Todo esto y mucho más lo sabemos de sobra.
Pero puede llegar el día en
que dejemos de prestarle atención, que descuidemos (valga la redundancia) su
cuidado, que poquito a poquito nos vayamos alejando de Él. No nos va a dejar
tirados, como me pasó con el coche, sino algo que, a mi parecer, es mucho peor:
sentirnos extraños delante de Él.
Si perdemos el buen hábito de
la oración acabaremos por no saber dirigirnos a Dios, por no saber qué decir,
por no saber cómo orar,…eso es sentirse extraño delante del Señor, sentirse
extraño delante del Amor Absoluto.
Este fin de semana se nos
invita a observar ese amor multiplicado por tres de Dios: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. A la luz de la fiesta de Pentecostés y del don maravilloso del
Espíritu que se nos ha regalado; es una buena ocasión para que reflexionemos sobre la salud de nuestra
relación con Dios. Si es buena, si necesito mejorarla, si me transforma, si es
una costumbre vacía,…
Que cuidemos la vida de
oración para que no se nos apague nunca la relación con Dios.
Vuestro párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario