Enamorados
Esta semana que entramos
tenemos, particularmente en nuestro pueblo de Sueca, uno de esos caprichos del
calendario. Este próximo miércoles 14 de febrero celebramos la “Troballa de la Mare de Déu de Sales”,
el miércoles de ceniza y el día de los enamorados. Tres fiestas, que parecen
antagónicas a primera vista, pero que tienen mucho que ver entre sí.
No quiero buscar similitudes o
intentar justificar el artículo de esta semana. Pero cuanto más lo pienso y medito,
más creo que esto no es una casualidad o un mero capricho. Porque las tres
celebraciones que confluyen el 14 de este mes tienen el mismo denominador
común: el amor.
Todos los días del año son
buenos para demostrar el cariño que tenemos hacia otra persona. Esto del día de
los enamorados me parece una campaña más dentro del mundo consumista en el que
vivimos. Aunque también lo podemos ver de otra forma. Por mucho que le demos
vueltas a la cabeza sólo ha habido una persona que ha estado perdidamente enamorado
del ser humano, y ese es Dios. Pensadlo un poco: nos dio el mundo en que
vivimos, nos dio muestras de su amor, nos entregó a su Hijo, el Espíritu Santo,
nos ha entregado la Vida Eterna,… No hay mayor muestra de amor que esa y por
eso yo confieso que soy un enamorado de Dios pues no creo que exista nadie en
el mundo que me pueda dar mayores dones, alegrías y esperanzas que Él.
La Cuaresma que iniciamos con
el Miércoles de Ceniza es, precisamente, la preparación que los cristianos
tenemos para celebrar la consumación de ese amor divino. Cristo se entrega a la
muerte por nosotros para que no caigamos en la desesperanza. Cristo acoge su
cruz (que es la nuestra) para que no muramos a causa de nuestros pecados.
Cristo resucita para darnos la mayor alegría, la Vida Eterna. La Cuaresma nos
prepara para poder entender lo que significa verdaderamente la palabra Amor.
Por último, la fiesta de la “Troballa” es el signo concreto del Amor
de Dios sobre nuestro querido pueblo de Sueca. Y lo hace con la que fue capaz de
entregar la vida de su hijo y acogernos a nosotros como sus verdaderos hijos:
María.
Bajo la advocación de Virgen
de Sales, María, quiere renovar su compromiso de quedarse con nosotros. No solo
es el recuerdo del hallazgo, es el recuerdo de la presencia continua de la
protección de Nuestra Madre y Patrona en Sueca. Es escuchar de nuevo oírle
decir a María las mismas palabras que Jesús dijo a sus discípulos antes de
ascender al cielo: “Sabed que yo estoy
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Es renovar nuestro
compromiso de permanecer a su lado todos los días, y no sólo en las fiestas en
su honor. Es observar como cada días, María, nos entrega a su Hijo y nos
conduce hasta Él.
Por todo esto creo que, el
próximo 14 de febrero, podríamos decirnos los unos a los otros: ¡Feliz día del
Verdadero Amor!
Vuestro párroco
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