Si la candelaria riu…
No podemos negar que los
mediterráneos somos gente que nos gusta la luz. Los meses en que los días son
más cortos los vivimos esperando que las horas de sol sean cada vez más y, a
estas fechas, ya empieza a notarse un poco.
He crecido escuchando el
refrán “Si la candelaria riu, ja ve
l’estiu. I si plora, hivern fora” (al menos así me lo recitaban). Sea cual
fuere el caso, el tiempo de la alegría y de luz están más cerca. Este fin de
semana lo celebraremos con la fiesta de la Candelaria.
La misma liturgia nos lo
recuerda con la bendición de las candelas al inicio de la Eucaristía.
Celebramos la presentación de Jesús en el Templo y la purificación de María
cuarenta días después del parto… ¡Si! ¡Ya han pasado cuarenta días desde que
celebrábamos la fiesta de la Navidad! El tiempo vuela.
El Templo de Jerusalén acoge
la luz que es Cristo y nosotros lo recordamos con nuestros pequeños cirios
encendidos en las manos.
Sin embargo, esta fiesta nos
ha de recordar otro momento similar. El día que la luz rompe la oscuridad, el
día en que la Iglesia Universal grita al unísono que Cristo ha resucitado.
Siempre que he celebrado la fiesta de la Candelaria me ha venido la imagen de
la Vigilia Pascual cuando, desde el altar y mientras canto el Pregón Pascual,
observo centenares de luces que iluminan la parroquia en tinieblas.
Quiero pensar que esta fiesta
es un pregón de la Gran fiesta que celebraremos en Pascua. Jesús, con su
entrada al Templo, nos invita a que continuemos siendo luz para el mundo que,
como ocurre en nuestras parroquias cuando celebramos la Vigilia de Pascua, está
en tinieblas a la espera de ver la verdadera Luz.
Llore o ría, lo cierto es que
cada vez tenemos más cerca esa luz que nos transforma, no sólo la del sol, sino
la de Cristo que nos salva. Que como el anciano Simeón podamos ver al Salvador,
al que se ha presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las
naciones y gloria de su pueblo.
Vuestro párroco
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