Y SI…
A menudo me ha pasado que, hablando con la gente sobre Dios,
la Iglesia,… sobre todo cuando ha habido alguna noticia relacionada que es
cuando la gente se da cuenta de su existencia, suelen preguntar sobre casos
extraños, límites, etc. Me refiero a esas preguntas que empiezan con la
coletilla: “Y si…” o “Y en el caso de…” que esconden un
intento de auto-justificación por parte de quien las formula, poco interesado
en la respuesta más que para reafirmarse en su pensamiento inicial o para
“pillar” al interlocutor.
Nada nuevo bajo el sol si observamos el Evangelio de esta
semana en el que presentan a Jesús un caso como a los que antes me refería. Un
caso extraño, límite, casi imposible o inverosímil: "Había siete hermanos: el primero
se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así
los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la
resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer?”(Lc 20, 29-33)
Los saduceos que preguntan esto a Jesús niegan la resurrección
y su pregunta simplemente perseguía un fin: reafirmarse en su idea mediante un
ejemplo casi inverosímil. No querían más que hacer titubear a Jesús, hacerlo
dudar.
No
sé si la respuesta de Cristo haría cambiar a estos saduceos; sin embargo, a nosotros
nos llena de esperanza. Tras haber celebrado estos días la Conmemoración de
Fieles Difuntos, momento en que muchos sentimientos y recuerdos nos han venido
a la memoria, sale Jesús a nuestro encuentro y nos dice: “No es Dios de muertos, sino de vivos”. Palabras que deberían
animar y sosegar nuestra alma y nuestros recuerdos.
Es Dios vivo, que da Vida, que nos llena de vida, que nos
llama a la vida y a la Vida. Dios de esperanza. De esto nos habla el Señor este
fin de semana: de la esperanza. El cristiano está llamado a vivir mirando la
Vida Eterna, sin despreocuparse de la presente, pues también ahí encontramos la
presencia de Dios. Esperamos llegar un día a ver el verdadero rostro de Dios
cara a cara porque estamos llamados a la Vida junto con Él para toda la
Eternidad.
Ahora bien, “y en el
caso de…”. Bueno, en ese caso, dejaré a Dios ser Dios.
Vuestro párroco
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