…y los
sueños, sueños son.
¿Cuáles son tus
sueños? Normalmente, cuando formulamos esta pregunta, nos referimos a los
deseos, anhelos, ilusiones de una persona. ¿Qué es aquello que le parece irreal
pero que le gustaría conseguir? ¿Qué es aquello demasiado fantasioso como para
que sea real?
A la luz del
Evangelio de este fin de semana me pregunto cuáles serían los deseos y anhelos
del joven san José. Me pregunto qué le rondaría la cabeza, qué era lo que le
despertaba a media noche, qué le provocaría dar mil y una vueltas por las
noches antes de poder conciliar el sueño. Todo ello durante las noches que
pudiera dormir, claro, porque el problemón que se le había presentado era como
para quitar el sueño a cualquiera.
La mujer con la
que estaba desposado estaba esperando un hijo y él no había tenido nada que
ver. ¿Cómo había podido hacerle eso María? ¿Qué había ocurrido? José sabía que
en sus manos estaba el destino de esa jovencita nazarena. Que, por tal ofensa,
él decidía qué hacer con ella. En sus manos estaba el poder de mantenerla con
vida o quitársela. De repudiarla o de callar.
Sabía que ambas
decisiones le iban a caer como una losa en su corazón. Que la gente lo
señalaría, hiciese lo que hiciese, como ya lo estaban haciendo con María. ¿Iba
a ser su dedo también quien la señalara?
La decisión del
joven José era demasiado pesada y difícil. La Ley era tajante pero su amor
también lo era. El pobre estaba hecho un lio…
Supongo también
que todo esto que le estaba ocurriendo lo habría llevado a la oración. Que le habría
pedido alguna señal a Dios para que le iluminara y que la desesperación le
habría llegado al no encontrar respuesta.
Una noche, como
tantas otras, un sueño lo despertó, como tantos otros sueños que había tenido
desde el día que había sabido del embarazo de María. Pero este sueño fue
diferente, se despertó no sobresaltado, sino con una paz que no había
conseguido hasta entonces. Pero, ¿cómo va a hacer caso a ese sueño y no a los
otros que había tenido? Porque entendió entonces lo que su pueblo había estado
soñando desde el anuncio de los profetas: que Dios iba a cumplir su Alianza.
San José confió
en la Palabra de Dios que se le había aparecido en un sueño. Confió en que Dios
había utilizado algo que le solía desvelar para darle la paz que necesitaba y
la respuesta que tanto había ansiado. Confió y, como María, también dijo “sí”.
En este último
domingo de Adviento pidamos al Señor que nos ayude también a decirle “sí” a
ejemplo de María y de José. Pidámosle que haga realidad nuestro sueño cristiano
que no es más que, en el mundo, pueda nacer el verdadero Amor esta Navidad.
Vuestro párroco
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