viernes, 20 de enero de 2017

Y tú, ¿de quién eres?
Hace unos cuantos añitos, una marca de refresco sacó una campaña bajo este lema, haciendo referencia si preferías el refresco de limón o de naranja. Bastantes más años antes, un grupo de música llamado “no me pises que llevo chanclas”, publicaba una canción con este mismo título. En la canción una persona que estaba mirando un escaparate de zapatos porque quería comprarse unas chanclas, es abordado por una anciana que le pregunta: Y tú, ¿de quién eres? Intentando averiguar de quien era hijo, nieto o sobrino…vamos, la conversación típica que podemos tener lo más jóvenes si vamos a comprar un día de mercado y alguien parece reconocernos…o pasar el rato mientras le toca el turno.

Volviendo a la canción, el chaval intenta decirle, mil y una veces, quien es su abuela, su padre, su madre,…todas ellas sin éxito. Al final de la canción, desesperado y muy irritado ya no sabe ni quién es ni qué hacía mirando el escaparate de zapatos.

Esta semana, desde el pasado 18 de enero hasta el día 25, nos encontramos inmersos en la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos y, tras la leer las lecturas de este fin de semana, me ha venido a la cabeza esta canción…y tú, ¿de quién eres? Ya nos responde San Pablo en la segunda carta que proclamaremos el domingo: “Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo». ¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?”.

Los cristianos hemos estado demasiado tiempo mirando más lo que nos dividía que lo que verdaderamente nos une. Nos hemos esforzado en agrandar cada vez el gran pecado que tenemos de cara al mundo: la desunión. Y eso nos ha pasado factura ya que, como en la canción que antes os mencionaba, al final ya no sabíamos ni quiénes éramos ni hacia dónde íbamos; poníamos nuestros esfuerzos en separarnos más y más.

Pero, gracias a Dios, esta distancia hemos empezado a hacerla más pequeña y las diferentes confesiones cristianas están dando pequeños pasos que nos acercan cada vez más. Eso nos tiene que alentar para que, estos días al menos, añadamos a nuestras intenciones particulares la petición de que todos los cristianos mostremos al mundo que la unidad es posible.


Que, como nos dice Jesús en el Evangelio de esta semana, podamos cada día convertirnos más a Él y creer con más fuerza en la Buena Noticia del Evangelio.

Vuestro párroco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario