Y tú, ¿de quién eres?
Hace unos cuantos añitos, una
marca de refresco sacó una campaña bajo este lema, haciendo referencia si
preferías el refresco de limón o de naranja. Bastantes más años antes, un grupo
de música llamado “no me pises que llevo chanclas”, publicaba una canción con
este mismo título. En la canción una persona que estaba mirando un escaparate
de zapatos porque quería comprarse unas chanclas, es abordado por una anciana
que le pregunta: Y tú, ¿de quién eres?
Intentando averiguar de quien era hijo, nieto o sobrino…vamos, la conversación
típica que podemos tener lo más jóvenes si vamos a comprar un día de mercado y
alguien parece reconocernos…o pasar el rato mientras le toca el turno.
Volviendo a la canción, el
chaval intenta decirle, mil y una veces, quien es su abuela, su padre, su
madre,…todas ellas sin éxito. Al final de la canción, desesperado y muy
irritado ya no sabe ni quién es ni qué hacía mirando el escaparate de zapatos.
Esta semana, desde el pasado
18 de enero hasta el día 25, nos encontramos inmersos en la Semana de Oración
por la Unidad de los cristianos y, tras la leer las lecturas de este fin de
semana, me ha venido a la cabeza esta canción…y tú, ¿de quién eres? Ya nos
responde San Pablo en la segunda carta que proclamaremos el domingo: “Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de
Cefas, yo soy de Cristo». ¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por
vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?”.
Los cristianos hemos estado
demasiado tiempo mirando más lo que nos dividía que lo que verdaderamente nos
une. Nos hemos esforzado en agrandar cada vez el gran pecado que tenemos de
cara al mundo: la desunión. Y eso
nos ha pasado factura ya que, como en la canción que antes os mencionaba, al
final ya no sabíamos ni quiénes éramos ni hacia dónde íbamos; poníamos nuestros
esfuerzos en separarnos más y más.
Pero, gracias a Dios, esta
distancia hemos empezado a hacerla más pequeña y las diferentes confesiones
cristianas están dando pequeños pasos que nos acercan cada vez más. Eso nos
tiene que alentar para que, estos días al menos, añadamos a nuestras
intenciones particulares la petición de que todos los cristianos mostremos al
mundo que la unidad es posible.
Que, como nos dice Jesús en el
Evangelio de esta semana, podamos cada día convertirnos más a Él y creer con
más fuerza en la Buena Noticia del Evangelio.
Vuestro párroco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario