SIGO ESTANDO ENFERMO
La cuarentena no ha ido mal
aunque ha habido momentos que pensaba que no iba a acabarse nunca. He tenido
recaídas de todo tipo: leves, fuertes, estuve unos días incomunicado, me
bajaron a la U.C.I., volví a subir a planta,… ¡Vamos! Que no me he aburrido.
Eso si, tengo que alabar y
agradecer mucho a mi médico. No me ha dejado sólo ningún momento. Venía todos
los días a verme y se quedaba muchísimo rato hablando conmigo y preguntándome
como me encontraba. ¡Si hasta venía los fines de semana! Con razón lo quiere
todo el mundo en su clínica…bueno, todo el mundo no, hay unos cuantos que no lo
pueden ni ver ya que dicen que hace cosas raras, que sus métodos no son nada
tradicionales, que se cree Dios (yo diría que tiene unas manos milagrosas). Sin
embargo, me parece la persona más humilde y buena que me he encontrado.
Todos los días me contaba
historias de otros pacientes que había curado o, como decía él, que habían
sanado ya que nunca se ponía méritos. Me habló de una mujer que había sanado
con una terapia de Agua Viva o algo por el estilo. Había veces que me costaba
entender lo que decía. De un ciego que había conseguido devolverle la vista y
de un amigo suyo que vino a la clínica muerto y que consiguió salvarlo. Me
dejaba con la boca abierta.
Me ha dicho que, para concluir
el tratamiento, debo acompañarle a la clínica que tiene en la capital aunque no
me gusta mucho la idea. Allí, me ha dicho, son muchos los que se oponen a sus
“métodos” y que están esperando a que ponga un pie en el hospital para tirarse
encima de él. Pero es necesario ir porque si no, no me curaría.
La noche que me dijo que iban
a trasladarme tuve un sueño rarísimo. Soñé que venía a mi habitación a cenar
conmigo (lo ha hecho muchas veces para asegurarse que yo también comía). La
conversación que teníamos parecía una despedida. Me parecía todo muy extraño.
Lo siguiente que recuerdo es
que aparecía en la televisión rodeado de cámaras y lo acusaban de algo, no
recuerdo el qué, pero sabía que era falso y que gritaba desde mi habitación a
la pantalla clamando justicia. Sin embargo, lo que más me asustó del sueño e
hizo que despertara fue que, en medio de toda esa mole de cámaras y micrófonos
que le perseguía a las puertas de la clínica, se oyó un disparo. Lo siguiente
que vi fue a mi doctor en el suelo.
Desperté. Una extraña
sensación de soledad lleno la habitación y ya no pude dormir. Al día siguiente
se lo quería haber dicho pero ya había marchado a la ciudad para preparar mi
llegada. Pero mañana cuando llegue se lo diré… es hora de ver un poco la tele
porque enseguida pondrán las noticias y me gusta estar informado de lo que
ocurre fuera de las paredes del hospital.
¡Uy! Qué raro, un avance especial, ¡Pero si faltan 20 minutos
para que empiecen las noticias! ¡Espera! Que pone en el titular… ¡Escándalo en
el hospital de la capital!...Dios, no era un sueño…
Vuestro párroco
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