TOCADO Y HUNDIDO
Hemos vivido estos días la
mayor batalla entre el bien y el mal que ha existido en la historia. La única
batalla en la que ha ganado toda la humanidad y la gran vencida ha sido la
muerte. Cristo ha roto la barrera que nos separaba de Dios, la que nuestros
pecados habían creado sobre nosotros y nos impedía la relación abierta y libre
con Él.
¿Cuál ha sido la barrera que ha destruido en ti? ¿Qué había
de muerte en tu corazón que Cristo haya cambiado por vida? ¿En qué se nota que
Cristo ha resucitado en tu vida? Porque se nos puede llenar mucho la boca
diciendo que es Pascua y que Cristo ha resucitado. Pero, ¿en qué se nota? ¿En
que vuelvo a guardar la Vesta hasta el año que viene? ¿En que me voy a la playa
unos días?
No se trata de ir gritando por
las calles que Cristo ha resucitado. Se trata de que nuestra vida huela a
resurrección, que la alegría inunde todas las cosas que hagamos o pensemos, que
la esperanza irradie a nuestro alrededor,… Se trata de darle un nuevo color a
este mundo en que vivimos que no deja de darle vueltas al viernes santo sin
saber que, alzando la vista un poco, puede vislumbrar el primer rayo de sol que
nos anuncia que la muerte ha desaparecido.
El mal ha quedado “tocado y hundido”. Esta es
la gran noticia, la que gritó la Magdalena a unos Apóstoles incrédulos y
asustados, la que hizo salir a Pedro y a Juan de sus miedos para aferrarse a
una realidad que no habían logrado entender hasta ese momento, la que comenzó a
extenderse tan rápido como la pólvora, la que ha llenado nuestras vidas de
esperanza.
Pidamos al Señor que, durante
estos 50 días de Pascua que tenemos por delante, nuestra vida brille como
brilla ahora la luz del Cirio Pascual.
¡¡¡ Feliz Pascua de Resurrección hermanos!!!
Vuestro párroco
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