viernes, 24 de noviembre de 2017

El gran “amén”
¡Feliz año (litúrgico) nuevo! Este fin de semana bien podríamos felicitarnos al acabar la Eucaristía con estas o parecidas palabras. Con la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, ponemos fin a este ciclo “A” que nos ha ido acompañando desde el Adviento del año pasado.

Iniciamos la andadura ahora con el ciclo “B” (como veis no se calentaron mucho la cabeza a la hora de ponerle nombre a los ciclos). Dejamos atrás el Evangelio de Mateo y retomamos el de Marcos. Sí, porque a cada ciclo que cambiamos, también cambiamos el Evangelio que se utiliza durante las Misas del fin de semana: Mateo en el “A”, Marcos en el “B” y Lucas en el “C”. El Evangelio de San Juan lo utilizamos en Navidad y Semana Santa.

Asistiendo a la Eucaristía Dominical durante los tres ciclos litúrgicos, es decir, durante tres años, podríamos decir que leemos prácticamente todo el Nuevo Testamento y parte del Antiguo.

Ahora bien, estamos hablando de ciclos litúrgicos pero, ¿Qué son? Bueno, un ciclo litúrgico es el período cíclico anual durante el cual se celebra la Historia de la Salvación realizada por Cristo y que se distribuye en festividades y tiempos litúrgicos (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario).

La Solemnidad de este fin de semana es la culminación de todo lo que hemos celebrado desde el Adviento pasado. Viene a ser como un gran “amén” a todo lo que hemos compartido con Jesús en este ciclo litúrgico. Casi como pasa en la Eucaristía; durante toda la Plegaria Eucarística, es decir, la parte de la Misa que se realiza propiamente en el altar, los fieles la pasamos en silencio roto únicamente por la aclamación del Santo y el “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!” después de la
consagración.

Desde ese momento, el Sacerdote, en nombre de toda la comunidad realiza la gran oración hasta que llega el momento de la Doxología: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre,…”. Es decir, todo cuanto se ha dicho lo realizamos por Cristo, a lo que el pueblo responde con un gran “Amén” como afirmación de ese gran misterio que acabamos de celebrar.

La Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo es ese “Amén” que realiza la Iglesia ante todo lo acontecido durante el Año Litúrgico. Es un momento para dar gracias por todo lo aprendido de Jesús a la vez que nos preguntamos en qué podemos mejorar de cara al ciclo próximo que comenzaremos el fin de semana que viene con el inicio del Adviento…pero de eso hablaremos el año (litúrgico) que viene.

Vuestro párroco

No hay comentarios:

Publicar un comentario