El gran “amén”
¡Feliz año (litúrgico) nuevo!
Este fin de semana bien podríamos felicitarnos al acabar la Eucaristía con
estas o parecidas palabras. Con la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo,
ponemos fin a este ciclo “A” que nos ha ido acompañando desde el Adviento del
año pasado.
Iniciamos la andadura ahora
con el ciclo “B” (como veis no se calentaron mucho la cabeza a la hora de
ponerle nombre a los ciclos). Dejamos atrás el Evangelio de Mateo y retomamos
el de Marcos. Sí, porque a cada ciclo que cambiamos, también cambiamos el
Evangelio que se utiliza durante las Misas del fin de semana: Mateo en el “A”,
Marcos en el “B” y Lucas en el “C”. El Evangelio de San Juan lo utilizamos en
Navidad y Semana Santa.
Asistiendo a la Eucaristía
Dominical durante los tres ciclos litúrgicos, es decir, durante tres años,
podríamos decir que leemos prácticamente todo el Nuevo Testamento y parte del
Antiguo.
Ahora bien, estamos hablando
de ciclos litúrgicos pero, ¿Qué son? Bueno, un ciclo litúrgico es el período
cíclico anual durante el cual se celebra la Historia de la Salvación realizada
por Cristo y que se distribuye en festividades y tiempos litúrgicos (Adviento,
Navidad, Cuaresma, Pascua y Tiempo Ordinario).
La Solemnidad de este fin de
semana es la culminación de todo lo que hemos celebrado desde el Adviento
pasado. Viene a ser como un gran “amén” a todo lo que hemos compartido con
Jesús en este ciclo litúrgico. Casi como pasa en la Eucaristía; durante toda la
Plegaria Eucarística, es decir, la parte de la Misa que se realiza propiamente
en el altar, los fieles la pasamos en silencio roto únicamente por la
aclamación del Santo y el “Anunciamos tu
muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!” después de la
consagración.
Desde ese momento, el
Sacerdote, en nombre de toda la comunidad realiza la gran oración hasta que
llega el momento de la Doxología: “Por
Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre,…”. Es decir, todo cuanto se ha
dicho lo realizamos por Cristo, a lo que el pueblo responde con un gran “Amén” como afirmación de ese gran
misterio que acabamos de celebrar.
La Solemnidad de Jesucristo,
Rey del Universo es ese “Amén” que
realiza la Iglesia ante todo lo acontecido durante el Año Litúrgico. Es un
momento para dar gracias por todo lo aprendido de Jesús a la vez que nos
preguntamos en qué podemos mejorar de cara al ciclo próximo que comenzaremos el
fin de semana que viene con el inicio del Adviento…pero de eso hablaremos el
año (litúrgico) que viene.
Vuestro párroco
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