viernes, 9 de noviembre de 2018


¿Qué te puedo dar?

Me he percatado de algunas malas costumbres que se están asomando por las parroquias desde hace un tiempo a esta parte. No hay semana (por no decir día) en que, durante la celebración de la Misa, suene algún móvil. Esa batalla casi la doy por perdida, la verdad, porque, por muchas veces que se diga que hay que apagarlo o ponerlo en silencio, siempre hay alguno que suena.

Un despiste, sí, todos podemos tenerlos y no se nos puede juzgar por ello. Sin embargo, hemos ido más allá. Os pongo un ejemplo: imaginaos que estuviera celebrando la Eucaristía, en las lecturas, en la homilía, en la consagración o en el momento de la comunión y, de repente, me sonara el móvil. Un despiste podríamos pensar. Pero ¿Qué diríais si contestara en ese momento? ¿Qué pensaríais si me retirara a la sacristía para contestar o, peor aún, que lo hiciera en el mismo altar? El aluvión de críticas lo tendría asegurado, ¿verdad?

No se me ocurriría nunca hacerlo, no ya por respeto a la gente que tengo delante, sino por lo que considero más importante: la celebración que estamos viviendo. Pues eso es lo que está ocurriendo últimamente durante las celebraciones. Personas que no se cortan a la hora de salir de la celebración o de contestar en el interior de la misma parroquia sea cual sea el momento.

Enseguida pienso lo mucho que les cuesta a algunas personas estar desconectadas del mundo durante unos minutos. También pienso en lo poco que se valoran esos minutos que regalamos a Dios…todo esto, por una simple llamada de teléfono que puede esperar.

Si esto hacen cuando hay gente delante, ¿qué harán cuando estén solos y se pongan a rezar?...si es que lo hacen.

La pregunta de esta semana es, pues, el título de este artículo: ¿Qué te puedo dar, Señor? ¿Lo que me sobra o todo lo que tengo? O, a raíz de lo que comentaba, cuando decido estar un rato contigo en oración o durante la Misa, ¿pongo todas mis fuerzas en ese encuentro contigo o sólo lo hago por puro trámite?

El Señor lo tiene claro: nos lo da TODO. Y tú, ¿Qué estás dispuesto a dar?

Vuestro párroco

No hay comentarios:

Publicar un comentario